Hecho por Bea Rondón

Hecho por Bea Rondón

martes, 21 de febrero de 2012

Marta Gómez - Ella es la canción



Hay voces que enamoran, melodías que penetran, líricas que sentencian, historias que se viven, personajes que sorprenden… y la canción.

La canción es el rincón donde el alma se esconde por minutos para vivir una ilusión descrita por otro. Es la salvación del apenado o el trampolín del desenfrenado. Pero sin lugar a dudas, la canción es un “momentum”.

Y por años hemos coleccionado una lista de cantantes, escritores y arreglistas que se han ocupado en llenar los rincones de nuestra memorabilia personal. Y hay quienes se convierten en sus canciones para darle más énfasis a las historias y hay canciones que se desprenden de sus autores para ser parte de la cotidianidad de una generación o un continente.

Sin embargo, hay fenómenos que ocurren tan de a poquito y tan calladamente que se parecen más a las raíces de un árbol: mientras más profundas e imperceptibles son, más frondoso es el árbol, más firme su tronco y más frutos dará… como la canción.

Marta Gómez es ese fenómeno. Su madre la descubre en la cuna arrullándose para dormir o para entretenerse (dicen que los ángeles hacen cosas que los mortales no podemos entender), crece entre coros y voces, guiada por una maestra que sabía muy bien lo que hacía: impregnaba el germen de Marta de sonidos latinoamericanos. Ese fue el equipaje que esta caleña llevó consigo a los 16 años cuando se trasladó a Boston para despegar el vuelo.

Marta es una canción. Ella amamanta a Alejandro mientras responde a una entrevista previa a la prueba de sonido de uno de sus conciertos en la reciente gira a Holanda. Marta sonríe y responde con humor tan sutil pero tan auténtico a las preguntas que el anfitrión de sala le hace frente a un público ansioso que no habla su idioma pero que se ha enamorado de Marta, porque ella sabe decir con sus melodías aquello que los idiomas nos limitan.

Marta es una canción. Ella nos cuenta lo que ve, nos canta lo que vive y nos compromete a creerle y respetarla y preguntarnos ¿cómo es que yo no hago más y me quedo tan inerte frente a todo lo que pasa?

Y es que Marta calla y piensa. Porque ella cree, hasta ahora, que va colectando historias de otros para regarlas por el mundo en sus canciones. Pero es que Marta es la canción. Ella no es una mera observadora. Ella es la que hace posible que la flor salude al sol desde su jardín; gracias a ella, García Lorca baila un carnavalito en Bolivia; comete la osadía de darnos una receta para acercarnos a la pasión; le da la mano a Basilio para sacarlo de esa mina; ella se esconde de la luna porque no sabe qué responder en las ausencias; por Marta, los peces, las aguas, los silencios, las aventuras, los arrullos, las vendedoras de café, los atardeceres, la muerte y las despedidas… todo un planeta por ella. Ella es la canción.

Marta se alimenta de muchas voces, de muchas calles y plazas, de mucha gente que gracias a Marta puede sentir que se sobrevive, ella los rescata. No es la canción social de la opresión política, es la canción social en respuesta a nuestra propia opresión. Un desbalance que tiene el mismo nombre de siempre: la pobreza.

Y Marta canta, compone, sueña, se conmueve, ama, vive… en tiempo presente y en un continuo gerundio.

Marta Gómez: la canción.

Desde Cali, Colombia, Marta comenzó a soñar. Tomó sus paletas en Berklee College of Music en Boston, Estados Unidos y ahora dibuja desde Barcelona, España.

En su página oficial www.martagomez.com podrá encontrar esa parte que yo no conté: su discografía, su biografía, sus premios, con quiénes ha grabado, sus proyectos, su trabajo en Israel y Suráfrica, su método de canto, sus videos… 


Yo me ocupé, esta vez, de rendir homenaje al maravilloso universo que descubrí en la mujer que me ofreció una entrevista mientras amamantaba a su bebé el día 12 de febrero de 2012, minutos antes del concierto que daría en el Korzo Theater de Den Haag. Y corroboré lo que ya sospechaba de ella.

Acá estaré, Marta, esperando el disco de canciones de cuna que dedicaste a Alejandro. Gracias Alejandro, su hijo, y a Julio, su esposo, por permitirme este espacio de intimidad.

Con mucho amor, para Marta Gómez. La mujer que me rescató.

Escrito por: Bea Rondón

2 comentarios:

  1. Preciosa nota, Bea. Un placer leerla. Te mando un abrazo desde Buenos Aires. Susana Cura

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias, Susana.
    Disculpa no haber contestado antes... no lo había visto tu comentario!
    Ha sido toda una tarea para mi aguantar tanta admiración por este maravilloso ser humano.
    Te invito a buscar su discografía y escuchar su música. Estoy muy segura que también serás rescatada por Marta.
    Recibe un gran abrazo de mi parte!
    Bea

    ResponderEliminar